Muchos conocen la famosa “Campanilla de Capri” pero no todos saben que este precioso amuleto de la suerte nace de una antigua leyenda.
En la isla de Capri vivía un pastorcito huérfano de padre y pobre que solo poseía una ovejita. Una tarde, al anochecer, el niño perdió su ovejita. Preso de la desesperación, le pareció escuchar un lejano repique y, pensando que era el sonido de la campanilla de su oveja, se dirigió hacia el tintineo.
Corrió hasta el borde de un barranco y allí una luz repentina deslumbró al niño: San Miguel le apareció resplandeciente sobre su caballo blanco. “Niño mío – dijo el Santo, quitándose del cuello una campanilla que le colgaba del pecho – tómala y sigue siempre su sonido, ella te salvará de todo peligro”. El pastorcito, que encontró a su ovejita, llevó el regalo a su madre y desde entonces su vida cambió para siempre: todos sus deseos terrenales se cumplieron.
En el lugar de la aparición del Santo se construyó una Villa: San Miguel, la que mandó construir el médico sueco Axel Munthe y es conocida en todo el mundo. Desde entonces la campanilla de Capri es símbolo de suerte y felicidad y la leyenda dice que la Campanilla de Capri debe regalarse a las personas que se consideran realmente especiales ya que, con cada repique, se cumplirá un deseo.
Como buen augurio hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, la isla de Capri regaló al presidente estadounidense Roosevelt una campana de bronce con motivo de la victoria, que aún hoy se conserva en el museo dedicado a él en Nueva York.
[lang2]
La leyenda del pequeño amuleto de la campanilla de San Miguel
Había una vez un pobre pastorcito que vivía en Capri. Solo tenía una choza para compartir con su madre viuda y una pequeña oveja que solía llevar a pastar por las laderas del Monte Solaro. Una tarde, el niño se detuvo a recoger flores y cuando se volvió
a llamar a la oveja no la vio. La angustia se apoderó de su corazón. ¿Qué sería de él y de su madre? En ese momento creyó oír un débil sonido lejano de campanas y pensando que era el sonido de la campanilla que su oveja llevaba al cuello, se lanzó en esa dirección hasta llegar al borde de un barranco. Allí una luz repentina detuvo al pobre niño. San Miguel apareció envuelto en un resplandor dorado, brillando sobre su caballo blanco. “Niño mío” dijo el santo quitándose del cuello una pequeña campanilla que colgaba de su pecho “tómala y sigue siempre su sonido, te salvará del peligro”. El pastorcito, temblando de emoción y alegría, llevó el regalo a su madre envuelto en un pañuelo verde. Desde ese día toda su vida estuvo llena de bondad y felicidad y cada deseo terrenal se cumplió. En el sitio de la aparición se construyó una villa llamada San Miguel. La milagrosa pequeña campanilla como un pequeño amuleto de la suerte será tu talismán de suerte y éxito